Un libro de relatos de Juan Sasturain es una galería de mundos y paisajes bien definidos y diferenciados, siempre memorables. En obras de esta índole, el lector, atento al rastro de cada personaje, convierte la evasión en encantamiento, el gusto en adicción. Es difícil salir ileso de estas historias que nos permiten revivir emociones sumergidas en la nostalgia: los mitos del fútbol tal como eran en la infancia, imaginar de nuevo el pasado remoto, los caballeros andantes y sus proezas épicas. Todo eso y más ocurre en La mujer ducha, aunque el elogio del libro no pueda siquiera rozar la experiencia de leerlo.