Esta historia nos presenta a un protagonista repulsivo, tan característicos en el Realismo Sucio, un representante del fracaso, pero tan bien construido que, además de afianzar sus bases conforme avanza la novela, convence y engancha con su carisma, como un traje a medida para el propio personaje. Pese a la extrema divagación del autor en algunos apartados, o de su protagonista, su elocuencia resulta atractiva. Aun quedando manifiesta su futilidad, cuesta no asentir ante algunas de sus condenas contra la humanidad o la sociedad. En cuanto a la narración, es fluida e inmersiva, el libro se acaba de una sentada. Con escenas desquiciadas e intensas, que te obligan a continuar leyendo hasta el contrapunto que las resuelva y que, en más de una ocasión, resulta ser descorazonador. Cuenta con un final que, a mi parecer, es satisfactorio y coherente con lo que pretende transmitir la historia. Una historia deprimente, que te arrastra con seductora opresión hasta lo más bajo para ponerte a la altura moral de su protagonista. En ciertos aspectos, me recuerda a la película de Shia LaBeouf, «La Necesaria Muerte de Charlie Countryman», con su particular «descenso a los infiernos» en poco tiempo, aunque dentro de un espectro mucho menos luminoso y más cotidiano, vulgar. La odisea de un fracaso anunciado con tintes derrotistas que no lleva a ningún lado, pero que entretiene y, lo más sorprendente, da pa lección vital. Y no, no es la que enuncia de forma incansable su protagonista, si no la que se resuelve del trabajo realizado por el autor con esta novela. En conclusión. Tiene la duración justa y cada línea está bien aprovechada. Consideró que ha sido un tiempo bien invertido.