Para muchos, La muerte en Venecia es quizás una de las obras más hermosas construidas en lengua alemana, sino la que más. La historia del escritor Aschenbach, que en una pausa de su quehacer artístico se encamina a unas breves vacaciones a la playa junto a Venecia, donde encuentra a Tadzio, el adolescente cuya belleza le cautiva hasta límites insondables, es ya por derecho una de las historias inmortales de la literatura, e inspiración para muchos. Nada sorprende, por tanto, la inclusión de la obra de Mann en la ejemplar colección de Ineludibles que está construyendo Navona, junto a otros autores como su admirado Wassermann o Henry James. La traducción, aunque no nueva, de Juan José del Solar, es impecable y reproduce bien esa languidez preciosista entre lo excelso y lo arrebatado del alemán —nacionalizado estadounidense, pero dos décadas después de La muerte en Venecia—, y le hace plena justicia. Lo mismo que la edición, exclusivamente tipográfica y accesible, pero con ese cuidado por el detalle que hace que el lector, en un breve momento de descanso entre página y página, pase con delectación sus dedos por la tela del lomo y las cubiertas. (Carlos Cruz, 28 de octubre de 2015)
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