Es una lectura en cierta medida complicada que, sin embargo, cualquier lector que se precie debe leer. Personalmente, creo que La Montaña Mágica constituye una cumbre, una cima de la literatura universal. Pocos libros me han llegado a proporcionar tanto placer: des de las descripciones magistrales del paisaje, de la anatomía humana y del ambiente del sanatorio (costumbrismo); las discusiones filosóficas que contraponen posturas dispares a través de un diálogo rico y estimulante. La novela tiene un fuerte componente simbolista en cuanto a los personajes y, en esencia, es una representación de cómo la joven República de Weimar y, a la vez, sus habitantes, se encontraban en un estado de debilidad y abulia mientras se presentaban ante ellos formas opuestas de ver el individuo y la sociedad. Contrapone la ilustración con el romanticismo, el vitalismo de Nietzsche con el comunismo de índole "mesiánica y escatológica" que gozaba de gran popularidad entonces en Alemania y las ideas ilustradas de la democracia liberal.
Es un libro que versa, a la vez, sobre el tiempo, la muerte, la enfermedad, el amor, la amistad, la formación espiritual del individuo, la política, la filosofía, los distintos caracteres que se dan en la sociedad a través de las caracterizaciones magníficas de los personajes. Y todo con un fino toque de humor de mano de la hábil pluma de Thomas Mann, el genio a quien estaré eternamente agradecido por brindarme la oportunidad de leer semejante novela. Solo una advertencia: las primeras trescientas páginas pueden llegar a hacerse tediosas pero uno no puede desisitir, porque en esta novela, como en la vida misma, uno debe aceptar cierto grado de sufrimiento antes de alcanzar un bien superior. Hasta en la estructura se encuentra subyacente un principio filosófico, nietzscheano.
En definitiva, una obra maestra.
hace 5 años
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