Señora que queda viuda, y descubre cosas, y deja volar la imaginación y los miedos también, y surgen cosas, algunas hermosas, otras macabras, y hay páginas y más páginas repletas de sugerencias incompletas y paranoias, paranoias a montones, bajo las piedras, dentro de los buzones repletos de cartas sin abrir, tras los helados de muchos sabores y más allá. Novela inmensa por el tamaño, Stephen King desatado, con pinceladas de su maestría a cuentagotas y divagaciones que acaparan más de medio libro, lo cual no necesariamente es malo; tal no es el caso. Si bien exige la colaboración y comprensión del lector constante para su disfrute, en esta ocasión a mí no me encontró. Es un libro que hay que leer estando dispuesto a entregar tu fe, de lo contrario no puedes evitar la sensación de constante sinsentido, de "esta no es mi guerra".
hace 3 años