Hay una hora en la que el Mal se hace físicamente palpable, y podemos sentirlo dando vueltas a nuestro alrededor. Esa hora empeora para usted apenas abra este libro. Todos hemos tenido miedo alguna vez, pero pocos han tenido que enfrentar el horror que impregna cada una de las situaciones planteadas en esta extraordinaria novela. Salem es un pueblo como cualquier otro. Nunca pasa nada v la vida parece deslizarse con la serenidad aburrida de lo conocido. Sobre la colina hay una vieja casa, cerrada desde hace muchísimos años. Y nadie se extraña cuando un desconocido la compra, para vivir allí. Pero el forastero poseía un secreto terrible, algo tan espantoso que causaba un daño irreparable a cuantos se acercaban a él, algo que se fue extendiendo por el pueblo como una epidemia incontrolable. A muchos kilómetros de distancia se han refugiado dos personas que han descubierto el espantoso secreto: un niño de once años que se resiste a hablar, pero cuyos ojos traicionan el espanto del que han sido testigos, y un hombre perseguido por el recuerdo del pueblo, al que ha visto convertirse en un lugar infernal. El chico y el hombre saben que tienen poco tiempo, que se aproxima la hora en la que tendrán que volver para una confrontación final con el Mal, que se ha apoderado de Salem. No tienen armas, ninguna serviría, y deberán luchar con armas que sus contemporáneos han desechado como absurdas. Casi hipnótica en su implacable desarrollo, la novela llega a un climax de terror tal que es imposible que sea superado fácilmente.