Cruzado de Dios, soldado de Franco, joseantoniano de pro y redentor de los rojos y de los separatistas de Getxo. Todo eso y mucho más era Rogelio, todo eso y mucho más hasta que aquella noche, su mirada se cruzó con la de de un niño de diez años. Los justicieros de camisas azules eran seis, pero los ojos iracundos del pequeño miraron a Rogelio.
A partir de entonces, todo cambió. La camisa azul de Rogelio se arrugó de miedo y arrepentimiento, y él comenzó a velar por el tesoro del niño: una tumba y una higuera. Siempre en el mismo sitio, sin perderlo de vista, reconvertido en el más extraño santón.
Con su escritura cálida y sencilla, con su poesía razonada y su certera visión de un pasado que es presente, Ramiro Pinilla convierte "La higuera" en un pasaje que nos traslada hasta el Getxo de la guerra civil y de la posguerra, que nos lleva hasta las mentes y los corazones de las víctimas y de los verdugos.
-¿Usted ha matado alguna vez, padre?
-No ha matado porque era sacerdote, se lo impidió la sotana. ¿Es así?
-A veces, una sotana impide hacer justicia por tu propia mano.
-En tal caso, que hacen ustedes los curas cuando tienen ganas de matar.
-Traer una guerra para que otros maten por ti. Tú eres uno de esos otros. ¿Por qué, si no, crees que me molesto en ayudaros? Os debemos mucho.
hace 9 años
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