Antón P. Chéjov (1860-1904), en este relato reflexiona sobre esas vidas no vividas, sobre esas vidas freáticas -que no van a ras de suelo- que encuentran su verdadera naturaleza en el secretismo, en lo fugitivo, en lo precario, así la dama del perrito y su pretendiente, los cuales se conocen en Yalta, de recreo, y sus infelicidades, sus infidelidades, la ocasión, convierten una aventura episódica en algo más, cuando tras regresar cada mochuelo a su olivo, descubren que el rescoldo está ahí, que la pasión también, así como la sed del otro, y dado que se sienten como dos pájaros cazados y dispuestos en distintas jaulas, ahora la tarea es romper los barrotes, y emprender el vuelo juntos. Ahí está lo difícil, y lo saben y lo asumen, porque creen que esta vez es la buena. En esta materia los inhumanos somos incorregibles.
No abunda Chéjov en la introspección de los personajes, pero con unos pocos detalles podemos hacernos una idea precisa de su desdicha, de su insatisfacción, la cual no nace de la pobreza, ni del desamparo, sino de un hastío vital que el amor siempre parece ser capaz de abolir.
Lo que vendrá después no lo sabemos. El relato queda abierto. El relato como elipsis.
Muy bonita es la edición de Nórdica, con traducción de Víctor Gallego e ilustraciones de Javier Zabala que enriquecen el texto.
hace 7 años
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