Los grandes escritores de nature writing son hombres y mujeres capaces, en primer lugar, de observar la naturaleza con una agudeza singular y, a continuación, construir un relato que permita al lector viajar hasta esos mundos normalmente tan ajenos a nuestra civilizada cotidianeidad. Annie Dillard, sin embargo, va más allá. Annie Dillard ve a través de las grietas por las que el mundo natural se deshilvana y se reteje, donde los fenómenos en apariencia más dispares encuentran el vínculo que los somete a una misma ley tan ineluctable como incognoscible. Annie Dillard es hija de Henry David Thoreau, por supuesto, pero también del Maestro Eckhart. Annie Dillard es una tenaz exploradora y éste, un libro sobre expediciones tanto a algunos de los lugares más remotos de la Tierra (el Polo Norte, las islas Galápagos, la selva ecuatoriana, el estrecho del Pacífico, la cordillera de los Apalaches…) como a regiones del espíritu a las que muy pocos viajeros han llegado. Aunque, en última instancia, da igual que Dillard nos relate un viaje a la última frontera o un paseo por las colinas Blue Ridge que rodean su casa: en la prosa de esta autora el mundo natural, el más exótico, el más cercano, destella, cuando no arde, como la más lúcida metáfora del espíritu...