Lola lleva toda la vida soñando con encontrar a alguien que comparta sus gustos por las maratones de series y películas desde el sofá. Alguien que adore comprar chorradas por internet, ir a la playa, aprovechar cualquier ocasión para comer y que se lleve bien con sus amigos y su familia, que lo son todo para ella. Pero, cuando ese alguien aparece, apenas cumple ninguno de los requisitos que Lola siempre ha deseado. Y si hablamos de él… Bueno, si le hubieran dicho que un día alguien como Lola aparecería en su vida para quedarse, probablemente habría alzado una ceja y se habría reído con sorna. En sus planes no se encontraba el tener una relación, y mucho menos con alguien como ella. Sin embargo, el amor no entiende de personalidades. Ni de preferencias. Ni de requisitos. El amor, cuando es verdadero, solo entiende de risas que reconfortan, de abrazos que llenan y de besos que curan heridas profundas.