Un desencantado joven aspirante a filósofo interpela a la figura del Premio Nobel de física Werner Heisenberg, aquel hombre excepcional que en su momento desafió los principios clásicos de Einstein y estableció las bases de la mecánica cuántica, pero que además aceptó colaborar en las investigaciones de los nazis para crear la bomba atómica. Mientras se dirige al científico, el joven narrador asume las carencias y los fracasos de su propia existencia y se esfuerza por averiguar hasta qué punto el mal domina el mundo contemporáneo.
La vida de Heisenberg, tan indeterminada como su Principio de Incertidumbre, se convierte en un marco excepcional para que Ferrari ponga de manifiesto el espacio común, compartido y comprometido, entre el alma humana y la misteriosa belleza del mundo. En El principio, el lenguaje, pero también el silencio, resultan ser la llave que abre las puertas de la comprensión de la existencia: ¿Y si fuesen la literatura y la poesía los únicos medios que permiten al hombre desvelar lo inefable del universo o mirar, tan sólo por un momento, por encima del hombro de Dios? ¿Es la vocación de físico también vocación de poeta?