El 1 de abril de 1939, con el ejército rojo preso y cautivo, los ejércitos nacionales de Franco obtuvieron una victoria incondicional, pero no por ello vino la paz para todos los españoles que habían participado en la cruenta y prolongada guerra civil. Los vencidos, a no ser que pudieran demostrar ser afectos al nuevo régimen que se implantaba, fueron objeto de sospecha y persecución, porque la nueva-vieja España debía ser purificada de la mala hierba que tanto había crecido durante la época republicana. Se inició una política sistemática e implacable de exterminio, represión, depuración y regeneración de todos los rojos o sospechosos de serlo, avalada ideológicamente por las teorías de fervorosos psiquiatras que abogaban por la higienización de la verdadera raza hispánica…