EL ARTE DE CONVERSAR

EL ARTE DE CONVERSAR WILDE, OSCAR

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Resumen

La conversación es un arte efímero y privado; quizá el más selecto de todos, ya que son muy pocos los elegidos que tienen la fortuna de escuchar y participar en cualquiera de sus mejores representaciones. Casi todos los que tuvieron el privilegio de conocer a Oscar Wilde coinciden en que era un conversador incomparable. Un aspecto esencial de su lúcida y amena conversación se preserva en los incontables e ingeniosos epigramas que brillan a lo largo de toda su obra; su secreto consiste en que, siendo al mismo tiempo ciertos y falsos, siempre amplían nuestra visión de la vida. Pero Wilde también fue un gran narrador oral. Algunas de sus historias se basaban en anécdotas humorísticas sobre políticos y celebridades de su época, otras en fábulas poéticas o adaptaciones bíblicas, pero el efecto que tenían sobre su audiencia era siempre extraordinario, pues acaso esta privada faceta de su talento era la mejor manera que tuvo de expresarse. Dividido en dos secciones, este volumen reúne, por un lado, la más completa colección de sus epigramas que jamás haya sido publicada en español; por otro, una sorprendente selección de cuentos orales inéditos, cuidadosamente espigados por Roberto Frías a partir de todo el material oral que existe registrado por amigos, conocidos y biógrafos. Tal vez, representan lo mejor de su genio sin parangón.

2 Críticas de los lectores

La lectura de este libro ha sido muy placentera. Lo edita Atalanta, con traducción de Roberto Frías, quien al final escribe también "Una especie de autobiografía" que aporta muchos datos de interés sobre la vida de Oscar Wilde. En todo momento Wilde es consciente de su talento y de su ingenio. Así, cuando pisa suelo americano y el agente de aduanas le pregunta si tiene algo que declarar, él replicará: "No tengo nada que declarar, excepto mi genio". Genio e ingenio es lo que se manifiesta tanto en los relatos como en los aforismos del libro. En los relatos -muchos de ellos son orales, y referidos en veladas, a personalidades del mundo de las letras, como por ejemplo, André Gide- Wilde recurre a menudo a la Biblia para contarnos en un relato como Judas se ahorca, no porque esté arrepentido, sino porque las 30 monedas que recibe por oficiar de Chivato, son falsas. En otro relato Lázaro vuelve del más allá y le cuenta a Jesús que allí no hay nada de nada, que a la muerte le sucede más muerte, una nada infinita. Jesús le pide a Lázaro que no propale esa mala nueva; o ese joven que con obras y milagros parejas a las del Mesías, se lamenta de no haber sido también él crucificado. Hay lugar para lo trágico, como el relato del poeta que se queda sin palabras; para la maldad como ese Diablo tentador que vence las resistencias de un ermitaño duro de pelar, refiriéndole la buena suerte de su hermano; para lo poético como en El espejo de Narciso. Me gusta encontrar en los relatos - la mayoría breves- el golpe de efecto final, la capacidad de sorprender de Wilde, de plantarte una sonrisa en el rostro por menos de nada. En cuanto a los aforismos, estos están agrupados por distintas materias, a saber: Hombres, Mujeres, Gente, Familia, Matrimonio, Religión, Estados Unidos , Conversación, Egoismo, Relaciones, Pobreza, Amistad, Emociones, Pensamiento, Simpatía, Pecado, Comer y beber, etc... Así agrupados, leyéndolos, uno tiene la sensación de que su lectura es algo parecido a sacarle la pulpa a un ensayo -que a menudo se sirve de mucha palabrería, y mucho ejemplo redundante para transmitir una idea, un concepto, una reflexión, que bien pudiera concretarse en un aforismo- Leyendo lo que Wilde escribe sobre las mujeres y los hombres, sobre el matrimonio, sobre las emociones -algo que parece primordial en su obra, y que por otra parte parece lógico, siendo él un artista, cuya materia prima son las palabras y cuyo resultado es la emoción sobre el lector- sobre el pecado, la religión, la literatura o el arte, atisbamos un carácter que va contracorriente, que lucha por afirmar su sexualidad -mantiene una relación con Robert Ross y más tarde con Bosie, que sería su perdición-, por evitar cualquier atisbo de restricción, que detesta la moralidad hipócrita, un Wilde que vive y deja vivir, que defiende las bondades del ocio, que no se mete en camisas de once varas, a pesar de que no esté libre de soltar unos cuantos puyazos -algo lógico en un espíritu libre, crítico, hastiado de las convenciones sociales, de los matrimonios aburridos, de la gente buena y tediosa- un Wilde que parece ser amigo íntimo del Argumento injusto de Las nubes de Aristófanes, y que apuesta por la vida licenciosa, por darse al vicio, a la voluptuosidad, por amorrarse a los placeres mundanos, a todo aquello que la vida nos ofrece, a toda esa belleza, que se manifiesta en el placer y que sería un crimen orillar, un error desoír esos cantos de sirena. Nos dice "La única diferencia entre el santo y el pecador es que el santo tiene un pasado y el pecador un futuro". Hilarantes son sus comentarios sobre el pueblo americano -país que visita en 1882-, sobre sus compatriotas británicos a los que pone a caldo. No muy bien paradas salen las mujeres, a quienes tengo la sensación que trata como seres inferiores, objeto de burla, y menosprecio, y no como iguales a él. Pasa mucho Wilde de la religión, entiende la Democracia como la opresión de la gente por la gente y para la gente. Respecto a la educación dice que nada que valga la pena saberse puede ser enseñado, que los matrimonios después de treinta años se convierten edificios públicos y en temas literarios apunta que entre Hugo y Shakespeare agotaron todos los temas, tal que la originalidad es imposible, incluso al pecar, que ya no quedan verdaderas emociones, sólo adjetivos extraordinarios... Es el libro un texto fértil, cuyos aforismos, estemos de acuerdo con ellos o no, sí que creo que nos iluminan, que nos hacen pensar o nos animan a ver las cosas de otra manera, pues como dice Wilde "Una idea que no es peligrosa no es digna de ser llamada idea" y Wilde quiere provocarnos, y nos ofrece un goce intelectual, que solo puedo alabar.

hace 8 años
7

El libro se divide en tres partes, una primera con relatos desconocidos del autor de una o dos páginas como mucho, una segunda con algunas de sus citas más famosas y una tercera con una pequeña biografía de este autor irlandés. La parte más interesante es la primera ya que sus citas se encuentran en muchos otros libros y artículos, y existen biografias más extensas que la que hay aquí. Son relatos breves pero ingeniosos como lo era Oscar Wilde.

hace 8 años