Es de esas novelas de corte clásico o de época en las que "pasa" pero nunca "pasa" nada. De ritmo más bien pausado, la narración entra de lleno en la torpeza de los convencionalismos sociales, los celos y los enredos amorosos. "El arrecife" es el escollo: el muro o la barrera que nos impide perdonar el desliz o la infidelidad, y que nos condena irremediablemente a la censura o al reproche. Corredores del alma, que se tambalean al menor soplo que trae la consabida violencia de la borrasca. Edith Wharton tenía mucho gusto y mucha delicadeza a la hora de escribir. Me quedo con una frase del libro que me ha gustado mucho y que se me ha quedado grabada: "La vida no es más que una continua reconstrucción de los pedazos de algo roto, demolido o quebrado". Para amantes de lo sencillo y lo refinado.
hace 7 años