Muy experimental, extraña y desalentadora. Rodoreda se mueve entre la realidad, el onirismo y el ensueño, para transmitir los desastres de nuestra aparatosa Guerra Civil preñada de desafueros. Inconexos subterfugios, que aunque están calados de un bello lenguaje poético, divagan en un todo que no es nada concreto. Surrealismo aparatosamente tibio que me ha dejado prácticamente con lo puesto.
hace 8 años