En la primavera de 1907, un joven y aún poco conocido Julio Camba aceptaba la oferta del diario España Nueva, de ideología republicana y estilo desenfadado y provocador, para ejercer como cronista parlamentario en la legislatura que inauguraba el denominado «gobierno largo» de Maura, quien regresaba al poder dispuesto a llevar a cabo, con renovado impulso, su ambiciosa y controvertida «revolución desde arriba». Durante dos meses, Camba asistirá puntualmente desde la tribuna de prensa a las sesiones del Congreso, dando origen a la serie «Diario de un escéptico», unas incisivas crónicas parlamentarias en las que su descontento con la clase política le inducirá a adoptar el humorismo como cauce para su pensamiento rebelde.