Bendito Harry es un libro muy optimista: sólo tenemos que morirnos nueve minutos para que nuestra vida terrenal se truque en un infierno. Mire usted el ejemplo de Harry Joy: un ataque al corazón cosa de nada, recuperable, y resulta que su mujer lo engaña con el socio, y que su hijo anda por ahí vendiendo droga a cambio de sexo, y que su hija es roja, y que su empresario le paga el sueldo a base de anunciar productos cancerígenos. Afortunadamente ahora llega el optimismo, por fin siempre aparece una prostituta de nombre comestible (HoneyBarbara, en este caso) para sacar del Averno a los ejecutivos bondadosos y espantadizos. Hay mil puertas para huir de la locura y de la pasma, al mismo tiempo. Y una puerta que a lo mejor conduce al paraíso de los bosques.