En estas páginas, animadas por un impulso juvenil irresistible, suenan músicas hermosísimas: el Concierto en sol mayor de Ravel, valses de Granados y obras de Dutilleux, Cherubini o Borodín (y también un mambo y villancicos). Se recitan versos de Rilke y de Gloria Fuertes y hay homenajes a Chéjov, Leskov o Céline. Todo cabe en unos relatos en los que el autor, con su característico estilo preciso, lleno de humor y belleza, explora el alma humana y consigue una rara y emocionante sensación de verdad.