Apollinaire nos propone en El paseante de las dos orillas un largo y asombroso paseo por el París vibrante de las vanguardias de principios del siglo XX. La obra es una continuación de la tradición francesa de la flânerie que, más que un "paseo", implica una actitud vital y constituye un género literario cultivado por autores como Rabelais, Rétif o Baudelaire, quien lo definió como la capacidad de "estar fuera de casa, y sin embargo sentirse en todas partes como en casa". En su flânerie personal, Apollinaire nos conduce a la animada bodega frecuentada por Vollard, célebre marchante de arte; a las bibliotecas del mundo, a los muelles de París. Conoceremos al señor Lehec, el librero celoso de sus libros; a Ernest La Jeunesse, poeta y coleccionista inveterado, y deambularemos, entre otros lugares, por el barrio de Auteil.