Se sabe que Apollinaire era poco entusiasta de las obras maestras de la literatura, y que prefería aquellas otras que, como las que pueblan en este libro, quedaron en los márgenes. Es en los márgenes, donde estalla lo nuevo, lo diferente, la sorpresa que Apollinaire convirtió en uno de los fundamentos de su poética. Así, estos “diablos enamorados”-por primera vez en nuestro idioma en esta edición- son un exuberante desborde de posibilidades, de invitaciones y de perspectivas para transitar los márgenes de la literatura de la mano de un poeta esencial de la modernidad. Erotómano incorregible, recibió un sustancioso encargo para prologar las ediciones de una colección de literatura erótica. Así, muy pronto se motivó para realizar las principales piezas del volumen, entre las que destaca el amplio estudio dedicado al marqués de Sade, un escrito de incalculables consecuencias y por el que Maurice Blanchot calificó a Apollinaire de “Moisés laico”, debido a su papel como gran apertura al mundo literario posterior de las vanguardias. Pero no se quedan atrás los extensos y curiosos prólogos dedicados al español Francisco Delicado y su Lozana andaluza, el Divino Aretino, Baffo, o el de un novelista poco conocido, pero importante en el género, como John Cleland, autor de la popular Fanny Hill. A ellos se une una retahíla de novelistas y poetas hasta su famosa introducción a Las flores del mal de Baudelaire, con la que culminamos el volumen y en la que planea, como en el resto de escritos, la sombra de Choderlos de Laclos, autor de las célebres Amistades peligrosas.