A los quince años Ana Patricia viaja a Shanghái pensando en ayudar a los más desfavorecidos mientras practica el idioma. Su primera dificultad será adaptarse a vivir sola casi un mes en un pequeño piso en un suburbio cuando, por oscuras circunstancias, su familia no puede acompañarla. Después, todo se irá complicando a medida que se ve envuelta en una trama de corrupción y delincuencia en la que tendrá que aprender a encontrar amigos en los que confiar. Después de múltiples viajes por China la autora concibió esta novela en un verano en que vivió sola en Shanghái mientras trabajaba como voluntaria en una residencia de ancianos. Tomando como base aquellas experiencias y a través de sus ojos de adolescente, en 25 días en Shanghái nos muestra la imagen de una ciudad diferente a la que suelen encontrar los turistas. Una ciudad de contrastes donde igual se puede viajar en limusina como en un caótico autobús local, y donde un banquete de lujo puede no estar a la altura de las delicias de la comida callejera que se encuentran en cualquier esquina por céntimos de euro. Una ciudad donde, como siempre, lo importante son las personas y valores universales como la ilusión de la juventud y la fuerza de la amistad.