Uno entre un millón de Monica Wood nos cuenta la curiosa relación entre una mujer de 104 años y un niño obsesionado con los récord Guinness que, como parte de sus tareas como boy scout, le echa una mano con la casa y el jardín. Entre ambos surge una amistad que cambiará para siempre a su desarraigada familia. Especialmente a su padre, Quinn Porter, un guitarrista que ha vivido en la carretera alejado de él y de su madre.
Cuando el chico muere repentinamente, Quinn quiere terminar las tareas que su hijo comenzó para intentar conocer al hijo al que nunca sintió como tal. Durante siete sábados trabaja como voluntario para la anciana y descubre que su hijo le había animado a conseguir el Récord Guinness como la persona del mundo de mayor edad con permiso de conducir en vigor entre otras cosas…
Poco a poco vamos conociendo las vidas de los protagonistas: Quinn, el padre del niño, que lleva toda la vida soñando con triunfar en la música aunque aún no lo ha conseguido. Belle, su madre, que no supera la repentina muerte de un hijo al que adoraba y que era todo para ella y también a Ona que a sus 104 años ha sobrevivido a sus hijos y que gracias al empeño del niño por entrar en los Récord Guinness recupera parte de la juventud perdida y retazos de su pasado que había olvidado.
La vida no se detiene aunque tu corazón este roto en mil pedazos. Y tanto Belle como Quinn deben aprender a convivir y superar el dolor de la pérdida del niño. Especialmente Quinn que apenas conocía al chico, nunca empatizó con él y se siente muy culpable.
La autora presenta la trama de una manera peculiar: a lo largo de todo el libro se intercalan las conversaciones de niño y Ona, listas de Récord Guinness de todo tipo y también retazos del pasado y el presente de Quinn y Belle. Aunque curiosamente de las conversaciones con Ona sólo salen las respuestas de ella y no las preguntas del niño.
Me ha gustado la historia aunque el libro tiene una pequeña pega… Me he quedado con las ganas de saber por qué el niño actuaba de una manera tan extraña. Tenía problemas para relacionarse tanto con su padre como con otros niños y era bastante obsesivo pero la autora no explica el porqué.
Una historia para recordar que nuestro pasado forma parte de nuestro presente y que es importante pasar tiempo con las personas que queremos. Porque a veces, en un solo instante, desaparecen para no volver. (Ana García, 1 de marzo de 2017)