Al conde Gerd von Fernow le desespera la conducta de su hijo Bill, un adolescente poco interesado por las rígidas normas sociales de su clase que pasa el tiempo con el servicio y, para colmo, acaba de suspender el bachillerato. Como castigo, su padre le obliga a pasar el verano a su lado, en lugar de irse de vacaciones a la casa familiar. Pero al permanecer durante ese verano junto a su padre, Bill comienza a darse cuenta de que las cosas no son lo que parecen, y que incluso aquellos que sostienen que uno ha de saber salvar las apariencias son, en el fondo, víctimas de su propio engaño. Comparado a menudo con escritores como Chéjov y considerado un maestro por Thomas Mann, Eduard von Keyserling entreteje una telaraña de mentiras y comportamientos refinados, pero engañosos. «[Eduard von Keyserling] no solamente tiene un sexto sentido para el comportamiento humano, sino que se muestra a sí mismo tremendamente perceptivo en lo que se refiere al movimiento de los objetos, a la vida de las cosas inanimadas, a la particularidad de un perfume, de una hora de la mañana...» HERMAN HESSE