Para Alejandra, Salazar y Fabián son los dos nombres del amor, sus dos manifestaciones complementarias, contradictorias, que se tocan aquí y allá en la dialéctica que no deja mayor espacio vital que el filo de una navaja. Ese es el espacio de Alejandra, el lugar desde donde se debate entre un amor hedonista, egoísta, pleno, afirmativo, gozoso, y un amor austero, compasivo, apasionado, que se agiganta por saberse inevitable. Triste domingo es la historia de una mujer que se lanza, con una lucidez cada vez mas dolorosa, a la aventura del amor por dos hombres. Sus paginas van formando un vórtice que arrastra al lector hasta su fondo, con inteligencia y pasión, y con la precisión de la intensidad que solo pueden hallarse en las mejores plumas.