SER ROJO
Portada de SER ROJO
Nota media 8 Muy bueno 1 voto 1 críticas

Resumen

«Los colores se intercambiaban y seguían siendo los mismos. En el fondo no se trataba de colores ni de ideas, sino de la vieja fórmula del soy más fuerte y te aplasto que atraviesa países, fronteras, ideologías y banderas.» Los padres de Javier Argüello se conocieron en un barco yendo a un encuentro de juventudes comunistas en Viena en 1959. Y él nació en Chile durante la Unidad Popular de Salvador Allende porque ellos habían ido a trabajar allí. Esta es la historia del sueño roto de una generación que creyó que podía cambiar el mundo y de las vidas interrumpidas de una familia que tuvo que huir de dos dictaduras para poder seguir adelante. Pero también es la historia de un siglo XX que partió al mundo por la mitad: los que querían apoyar el avance del socialismo y los que querían frenarlo. Y de una pregunta incontestada que aún sigue flotando en el aire: ¿qué fue de todos aquellos ideales de justicia y de igualdad? ¿Se desvanecieron en el aire, sin más? ¿Tiene algún sentido hoy en día seguir aspirando a que el bien común se anteponga al interés individual? A través de la memoria de su familia y de la suya propia, Javier Argüello elabora en Ser rojo una brillante y personal crítica al maniqueísmo ideológico y una reivindicación de la humanidad y la empatía como única salvación de un mundo que se balancea peligrosamente en los riscos de la anomia moral.

1 Críticas de los lectores

8

Novela autobiográfica escrita a ratos como entrevista a los padres del escritor, y que muestra desde dentro una mirada, para nada autocomplaciente, del comunismo y sus dificultades para implantarse, obstaculizadas no solo por el imperialismo de Estados Unidos, sino también por ese egoísmo que nos lleva muchas veces a primar los intereses particulares frente al bien común. Desde esta óptica, se resalta la heroicidad de los padres del escritor, que, en lugar de huir del golpe de estado de Pinochet en Chile, se mantuvieron allí ayudando a otros que los necesitaban, porque consideraban que era lo correcto. Especialmente interesantes son los capítulos finales, en los que se plantean cuestiones sobre si sigue teniendo sentido hoy ser de izquierdas, tras la caída de unos regímenes que aplastaban la libertad individual. La diferencia entre el socialismo y el liberalismo es confiar en que la persona puede llegar a amar al otro como parte de sí mismo (más que igual que a uno mismo). No se trata de imponer el sistema desde la estructura: es necesario un cambio personal. Cuando se prioriza el bien común frente al individual es cuando se hace lo correcto.

hace 4 años