En Pantano de sangre, la novela anterior, el lector descubrió que la muerte en África de Helen, la mujer de Pendergast, no había sido un accidente. Pero lo que averiguará en este libro es aún más asombroso. Pendergast y Judson Esterhazy, el hermano de Helen, viajan a Escocia para disfrutar de unos días de la caza del ciervo en los Highlands. La intención de Pendergast es obligar a Judson a revelarle todos los secretos de Helen y de su muerte. Pero Judson tiene otro propósito: matar a Pendergast. Un día de niebla espesa los dos se adentran en una zona pantanosa y Judson aprovecha la ocasión para pegarle un tiro en el pecho a Pendergast y dejarlo hundido en el lodazal. Sin embargo, antes de abandonarlo, le espeta estas palabras: «Helen está viva». Judson da por muerto a Pendergast e informa a la policía del accidente. Pero esta no consigue encontrar el cadáver. De vuelta en los Estados Unidos, Pendergast lucha desesperadamente por averiguar la verdad sobre Helen, la mujer a quien quizá nunca conoció. Descubre que la lengua materna de Helen fue el portugués, que nació en Brasil, que su tío había sido el médico nazi de un campo de concentración y, lo más aterrador de todo, que tuvo que fingir su muerte porque, si no, lo que le esperaba era aún peor. Helen está intentando esconderse de una organización maléfica que utilizará a Pendergast para llegar hasta ella.