Amador es el consejero y número dos de la facción criminal de Lokos, el grupo ultra del FC Barcelona. Extorsionan, pegan palizas, mueven droga y destruyen a bandas enemigas. Su kapo es Alberto Cid, alias el Cid, un psicópata sin alma ni escrúpulos. Amador y el Cid, legendarios skinheads neonazis del gol sur durante los ochenta y noventa, fueron inseparables durante años, hasta que algo los distanció. Amador acarrea muchos secretos, y el mayor de ellos es su homosexualidad, que de salir a la luz le costaría la vida. Su padre, antiguo delincuente y leyenda local, está gravemente enfermo, y su agonía abre cicatrices de infancia que Amador creía cerradas.
César «Jabalí» Beltrán fue rugbista y ahora se gana la vida vengando por encargo a víctimas de pederastas y atropelladores en fuga. Vive clandestinamente, en un estrecho círculo de empatía donde solo caben dos personas más: su hermana, Paloma, y su sobrina, Lucía. Un secuestro, una redada y un botín desaparecido hacen que la vida de César y la de Amador se entrecrucen, con resultados imprevisibles para ambos: la revancha salvaje en la que vivían (contra el mundo, contra sus infancias, contra su suerte) empieza a desgajarse por los extremos.