La tía Adela se ha marchado del pueblo en el autobús de las diez, en busca de historias con las que seguir llenando las páginas de su cuaderno. Sin embargo, durante su ausencia, la vida, que nadie escribe, seguirá. Olivia, su musa, la estará esperando enterrada en la tierra de los geranios; Segismundo, el manzano, se enamorará de la criada del notario; Violeta surcará la feria con la sola intención de dar una noticia y Sara se sentará cada noche en la puerta de su casa para ver cómo la luna se le refleja en el escote. Un pueblo imaginario, situado en la estrecha línea que separa la realidad de la fantasía. Un espacio por donde acompañar a personajes mágicos y entrañables con los que descifrar el hechizo de una despensa, el dudoso camino que conduce a Enriqueta hasta el altar o la tristeza de Leandro mientras llueve.