Segunda lectura de este clásico, reafirmando que su grandeza no fue un deslumbramiento de juventud, sino el descubrimiento (y redescubrimiento) de una tremenda obra que aborda el mundo de unas difíciles relaciones personales (paterno o materno filiales, de pareja, de amistad o camaradería, de amor de uno u otro tipo todas ellas) en el marco (que es algo más que en telón de fondo) de la dictadura uruguaya. La cárcel y el exilio son dos caras de la disidencia del régimen, monedas distintas, que al intentar unirlas se rompen, como esa esquina de la primavera del título, porque las relaciones no se pueden pausar hasta que no se retomen, y porque la vida ya nunca puede ser igual, pese a la alegría de esa amarga victoria que esa el restablecimiento de la democracia.
hace 1 año