No deja títere con cabeza. Distopía absoluta, aquí, ahora.
El ser humano ha fracasado en su concepción de sociedades honestas y veraces. Por un lado, Occidente con su desaforado y deshumanizador capitalismo, donde todo es susceptible de convertirse en bien de consumo y no queda espacio ni tiempo para el individuo. En este contexto solo hay dos opciones: vida de cartón-piedra o indolencia absoluta, desde donde se nos presenta al protagonista.
Por otro lado, el resto del mundo “ no civilizado”, marcado por la pobreza y los fundamentalismos más atávicos ( políticos, religiosos etc), no parece más alentador.
Al final de todo, la vida, la realidad es profundamente abrumadora y lejos de darnos consuelo nos brinda otras cuestiones aún más espinosas: el dolor, la muerte, la nada.
Sólo hay un elemento de catarsis, un reducto de autenticidad, de veracidad, de humanidad: el sexo inocente, entregado, pasional, algo que en un tiempo y circunstancias concretos puede llegar a elevarnos a la categoría de humanos, algo que,en determinadas circunstancias, podría llamarse amor.
hace 6 años
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