De acuerdo con los hechos que el lector va descubriendo (en orden todo menos lineal), un obrero del tendido de cables es despedido de su trabajo por enviar a sus jefes unos gráficos detallados en los que trataba de buscar correlaciones entre la "productividad" de sus compañeros y su consumo de alcohol. Ante esta situación, el protagonista (de nombre Venedikt Eroféiev, igual que el autor) se abandona a una borrachera interminable que le lleva al punto en que «la frontera entre la razón y el corazón desapareció y ambos empezaron a repetirme al unísono: "¡Vete, vete a Petushkí! ¡Tu salvación y tu alegría están en Petushkí! ¡Vete!"» En el trayecto en tren hasta Petushkí (donde le espera «la más amada de las rameras» amén del «más rollizo y apacible de todos los niños»), Eroféiev diserta sobre los ángeles, los demás pasajeros y el mundo en general, en un magnífico y delirante monólogo sobre el alcohol, la política, la sociedad, la filosofía y los males de amor. A un tiempo cómico, brutal y poético, Moscú-Petushkí fue escrito en 1968 y durante años sólo pudo circular en su país en hojas mecanografiadas. En el extranjero, fue saludado como una obra maestra desde su primera publicación en Jerusalén en 1973.