La editora Estefanía vuelve a casa tras pasar la noche en casa de su amiga Sandra. Es por la tarde y solo se oyen los ruidos que producen los vecinos. El piso está vacío. La mujer recuerda que la noche anterior había expulsado de él a Javier, su compañero desde hace ocho años. Atrás en el tiempo, estamos en el dormitorio de Santiago Ramón y Cajal. Ya anciano, reclinado en su cama y usando un escritorio portátil confeccionado a partir de un tablero, trabaja en la corrección y ampliación de su obra Textura, de la que quiere publicar una nueva edición antes de que le llegue la muerte, que siente próxima.