Si en «El libro de los seres imaginarios» Jorge Luis Borges puso su vasta cultura y asombrosa erudición al servicio de la elaboración de una especie de bestiario moderno, la recopilación de sueños y pesadillas que da cuerpo a esta obra es producto de una recurrente inquietud -atestiguada a lo largo de su vida por numerosos relatos, ensayos y conferencias- por ese ámbito misterioso en el que el alma humana «es a la vez el teatro, los actores y el auditorio». «Este LIBRO DE SUEÑOS que los lectores volverán a soñar abarca sueños de la noche -los que yo firmo, por ejemplo-, sueños del día, que son un ejercicio voluntario de nuestra mente, y otros de raigambre perdida: digamos, el Sueño anglosajón de la Cruz».