Hábil transeúnte de los barrios y viejas calles de la capital de Italia, Bartolini ofrece en Ladrones de bicicletas un retrato de sus menos honestos conciudadanos llenos de humor y amargura, mientras se encomienda con vehemencia a la épica misión de reparar por sus propios medios la tropelía de la que ha sido víctima -sólo una entre las muchas que la autoridad romana consiente a diario-.