Retrato zafio, fiero, crudo y descarnado, de la noqueada América de la Gran Depresión y comienzos de la Guerra. Chinaski -o mejor dicho, Bukowski- rememora sus penosos años de infancia, adolescencia y juventud, con esta ácida y corrosiva novela. La tierra prometida es un hediondo saco de mierda por el que pululan padres brutales, madres pasivas, matoncetes de barrio, débiles lameculos, y sufridos supervivientes sin recursos que no creen absolutamente en nada. La parada del bus sólo conduce a la oficina del paro, a una universidad precaria, al aislamiento individual, y a la botella como fatal compañera de infortunios y problemas. Francamente extraordinaria, y sumamente adictiva.
hace 9 años
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