La ley del invierno es una triste despedida convertida en un reconfortante abrazo, un vaivén de sentimientos y emociones en la que la protagonista, una chica que acude a velar a su abuelo, busca refugio entre la memoria y la imaginación para sobrellevar la inminente perdida aprendiendo a vivir de nuevo, a deshacer lo que por cotidiano nos transforma en autómatas y convertirlo en una calma para el alma a través de los recuerdos. Esta lectura se convierte poco a poco en una dosis de aceptación, un libro para leer lento y disfrutar de ese tónico optimista y alentador que nos aporta la autora con su bonita forma de expresarse.

Preciosa la manera en la que está escrito, transmitiendo un aire poético y un sentimiento que traspasa la piel, consiguiendo además llevarnos en muchos momentos a la reflexión y a empatizar con la protagonista. Cuidando mucho las palabras, su significado, y la manera de utilizarlas con citas preciosas.

Habla sobre la soledad, el paso del tiempo, la vida, los recuerdos, los temores que nos hacen vulnerables , del amor, del valor de los recuerdos y de lo que realmente nos marca y se queda en nosotros de una manera tan intimista que te envuelve.

Un libro optimista a pesar de la dureza de lo que cuenta, que mira al futuro, una historia en la que nos ayuda a aprender de lo vivido y buscar consuelo en los recuerdos de quienes ya no están para seguir un camino por recorrer lleno de esperanza. No sé si conscientemente, pero con esta novela, la autora, aparte de contarnos esta dura historia, ha conseguido el mejor bálsamo posible para calmar el dolor que mas duele, el de dentro. Sin duda es una cura de la que recoger cachitos y guardártelos para siempre. (Marisa Cuesta Moreno, 29 de agosto de 2023)