El tercero de una trilogía maravillosa, donde lo personal y colectivo se entrelazan para narrarnos un siglo de historia. En esta tercera y última novela vuelve a cobrar protagonismo absoluto Gabriela, quien regresa a España una vez muerto el dictador. Es ella quien a través de un largo discurso monologado nos recuerda muchos momentos de su vida, a veces completándolos con aspectos que antes no se contaron o ampliándolos. También sabemos de la vida de su hija, Joana y de su nieto, Miguel. Pero la vida de Gabriela ha dado un verdadero giro, ahora se siente inútil y sola. Contempla el presente histórico con escepticismo desde la clarividencia que le dan los años. Esta novela es, sobretodo, una lección de vida, una reflexión profunda y sentida de lo que es la vejez, de lo que representa. Un recordarnos que tarde o temprano los recuerdos del pasado pesarán más que el presente. La novela tiene muy poca trama y una profundidad psicológica que emociona. Es el cierre natural a esta trilogía y a la vida, con esa prosa tan maravillosa y cálida con la que nos envuelve la autora. Muy recomendable.
hace 11 años
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