Santiago tiene un sueño: trabajar en un país caribeño mirando al mar mientras fuma un cigarrillo tras otro. Pero solo es un sueño, la realidad en que Santiago está angustiado, casi desesperado porque el mundo que le rodea se empeña en hacerle la vida mucho más difícil. Él es un fumador de los de antes, cuando fumar era un placer y se decía un “te quiero” después de un pitillo. Ya no es lo mismo: tiene que esconderse, cargarse su matrimonio y, por si fuera poco, lanzar a un caniche por los aires con tal de poder disfrutar de un cigarrillo extra. Fumar puede no matar es un día en la ajetreada vida de Santiago, un alto ejecutivo que verá como su vida da un vuelco porque simplemente no puede o no quiere dejarlo, y no le apetece seguir lo políticamente correcto. El lector va a disfrutar de una historia con muchos humos.