El mediterráneo, el enigmático personaje de la Roccanera, el laberinto de Toscanelli, las odas al mar de los antiguos. Baroja imagina lo que podría haberle ocurrido a un vasco como él en estos ámbitos, poblados por hombres y, sobre todo mujeres, sutiles y apasionados a la vez, enamoradas de la belleza y sin rigideces en la conducta.