Hay varios aspectos que dotan de interés a El Automóvil Club de Egipto: en primer lugar, que es una novela solvente, muy bien hilvanada, y que se lee con cierto deleite a pesar de lo voluminoso de sus páginas; y en segundo lugar, la ambientación y el momento histórico que toca, el del Egipto previo a su emancipación del protectorado británico. Quizás es en estos días cuando más se necesitan esas novelas que muestren esa universalidad del ser humano que hermana a Occidente y al mundo árabe. El Automóvil Club de Egipto toma como punto de partida a la familia de Abdelaziz Hamam, saidi venido a menos y emigrado a El Cairo, donde sobrevive con su familia gracias al trabajo como mozo de almacén en el Automóvil Club. Pero es una novela coral que se mueve entre la familia y el club, de modo que realiza una traza panorámica, y muy convincente, de las clases menos favorecidas y de los cenáculos donde medran los poderosos y las conspiraciones, en un tiempo donde germinaba la revolución. Así, apoyándose en unos personajes nítidos, construidos con maestría, el retrato de aquella sociedad es resplandeciente. (Carlos Cruz, 19 de octubre de 2015)
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