Detrás del cristal es la historia de un puñado de personajes que en un par de días, ven como todo se transforma, y como la realidad y el destino juega con ellos como quiere, haciendo que todo lo que hasta ese momento era habitual o sólido, se transforme. Ana Iriarte, una chica de 26 años que llegó a Madrid, huyendo de una familia que no era demasiado normal, conoció a un hombre con el que tuvo una relación, salió bastante escaldada y tuvo sola a su hijo Pablo, un bebé de diez meses que es el centro de su vida. Pero ahora se encuentra en esa gran ciudad, sola, desamparada y desesperada, cansada de buscar trabajo y de malvivir en un cochambroso piso, del que la van a echar en cualquier momento por no poder pagarlo. Hace malabares con lo poco que gana echando unas horas en bares y otros trabajos que le busca su amigo Pedro. Andrés Gálvez es un ejecutivo exitoso, dueño de un fantástico piso, maniático del orden, el trabajo y las cosas programadas y que se va de viaje al Caribe con el amor de su vida, Irene, modelo, a la que por fin y tras mucho pensarlo, le va a pedir que viva con él. Pero Irene, tiene sus propios planes, entre los cuales ya no está Andrés. Raquel, amiga de Ana, vive los primeros pasos de un infierno, en el que se está transformando su matrimonio con Paco al que quiere con locura. Un infierno de malos tratos, que se verá agudizado por la recepción por parte de ella de unos correos de un desconocido, que en la distancia intenta darle ánimos. La vida con sus ironías hace Ana necesite desesperadamente trabajar la noche del 22 de diciembre, y no consigue que ni Raquel ni nadie se quede haciendo de canguro de su hijo y acaba tomando a decisión más insólita, y desesperada: dejarle a Andrés una nota en la puerta para que le cuide a Pablo, diciéndole que luego lo recogerá. Y a partir de ahí todo será una vorágine de situaciones en las que habrá encuentros, desencuentros, malentendidos, risas, humor, ironía, y amor. No puedo ni debo contar más. Hay que leer, sé que siempre lo digo, pero es que aquí hay que leerlo, porque hay que ir viviéndolo, porque es imposible describir lo que se siente.
hace 7 años