"No hay solución para la universidad, para sus problemas, si no se encuentra solución antes a los problemas de la enseñanza primaria y media; todo es un bloque homogéneo y coherente... A la universidad tendrían que llegar alumnos instruidos y educados. ¿Cómo hacerlo? Habrá que encontrar las fórmulas. Lo contrario es no respetarse, jugar con malas cartas una partida que no puede acabar bien. Y recordemos que la mesa de juego es la sociedad. La universidad es el último tramo formativo en el que el estudiante se puede convertir, con plena conciencia, en ciudadano; es el lugar de debate, donde, por definición, el espíritu crítico tiene que florecer: un lugar de confrontación, no una isla donde el alumno desembarca para salir con un diploma. No se trata sólo de instruir, sino de educar. Y, desde dentro, repercutir en la sociedad. Aprendizaje de la ciudadanía, eso es lo que creo sinceramente que falta. Porque, queramos o no, la democracia está enferma, gravemente enferma, y no es que yo lo diga, basta mirar el mundo..."