La tradición popular es una de las riquezas esenciales del patrimonio de la humanidad. Despreciados o desconocidos durante mucho tiempo, los cuentos y los relatos legendarios divulgados por vía oral en el transcurso de los siglos nos han conservado la memoria de nuestros ancestros. Recogidos a partir del siglo XIX y hoy afortunadamente rehabilitados, estos cuentos y relatos, por su autenticidad, por su marginalidad y por su actualización nunca desmentida, nos hacen comprender mejor nuestra civilización con una reflexión específica sobre la vida cotidiana y el destino humano. Los países celtas son a este respecto de una importancia excepcional por la síntesis que su tradición opera entre el sueño y la realidad, el racionalismo y lo fantástico más descabellado. Y convenía añadir los países que aún hablan una lengua céltica: Irlanda, Escocia, País de Gales y la Bretaña armoricana, otras tierras marcadas por los celtas, en particular, la Cornualles británica, la Galicia española y la Valonia de las Ardenas belga. En estos cuentos y relatos está el espíritu de los celtas, que renace en una Europa que puede realizarse en función de sus raíces culturales,