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CUANDO YO ERA ANTONIO MOLINA MARTÍN, GLORIA

Nota media 9 Excelente 1 voto 1 críticas
  • GéneroNarrativa
  • EditorialSUMA
  • Año de edición2015
  • ISBN9788483658185
  • ISBN digital9788483657836
  • Idioma Español

Resumen

«He hallado en esta novela un pequeño tesoro de verdad y emoción». Ángela Molina Febrero de 1957. Antonieta Sensat, que acaba de cumplir ocho años, abandona Manresa rumbo a Barcelona de la mano de su tía Sagrario, una aspirante a actriz de variedades que se ha propuesto rescatarla de una abuela maltratadora. Pronto la niña entrará a formar parte de un grupo de personajes esperpénticos que la introducirán en el mundo de la farándula como imitadora de Antonio Molina. El verano transcurre feliz, de gira por los pueblos de la provincia. Sin embargo, la niña vive obsesionada con la sospecha de que su familia oculta terribles secretos. Un fajo de veinte cartas sin fecha atado con una cinta azul le revelará a Antonieta la historia de los Sensat. Esto fue lo que dijo La Gilda y yo me creí a pies juntillas: -¡Si alguien consigue cantar el Soy minero talmente como el Antonio Molina ya está listo para triunfar. Y así fue como ante un gitano mariquita, una espía comunista, un violinista tísico, una vedette de poca monta, un gato y cinco tazas de chocolate con melindres comenzó mi carrera de "niño prodigio". Aunque para cumplir el sueño de emular a Antonio Molina tendría que pagar un alto precio: sacrificar mi melena pelirroja y travestirme en un niño. Acababa de nacer Antoñito Molina.

1 críticas de los lectores

9

CUANDO YO ERA ANTONIO MOLINA, de Gloria Martín (Suma de Letras, 2015) Pensé en esconder el libro bajo la chaqueta y en susurrarle a la pequeña de la foto que no se cortase el pelo, que su madre se iba a enfadar; y al final, por no parecer lo que iba camino de ser, un ladrón y un chiflado, me llevé el libro en una bolsa para susurrárselo tantas veces como fuera preciso. Ha sido en el sillón, con el libro entre las manos, donde la pelirroja de la portada me ha contado que deseaba ser Antonio Molina -efectivamente, el de "Soy minero", el del inagotable falsete- y donde he conocido a sus dos familias La de artistas pobres que no sueñan con ser artistas, porque lo son por méritos propios, si no con vivir de su arte y con encontrar un sitio en esa Cataluña de posguerra, tan de posguerra como el resto del país. Algunos se rasgarían las vestiduras si llegasen a leer esto, pero un pianista homosexual teñido de negro, un representante tan homosexual como el negro de pega, un violinista enfermizo y una imitadora de Gilda, entre otros, formarán una familia. La real, la de las sombras y las heridas siempre abiertas, la que no sueña porque el soñar está prohibido y porque el arte es poco menos que un pecado, la que sustituye la miel por la hiel en una novela que es, como su portada y su protagonista, dulzura. Hacía tiempo que no regresaba a los años del hambre, a las canciones de Antoñito Molina y a una escritura acogedora, limpia y amable; ya no recordaba si la guerra era guerra o si, en medio de la tragedia, aún quedaba un hueco para la esperanza: "Mi abuela contaba a veces que si oían las alarmas cuando andaban por la calle y era demasiado tarde para llegar a algún refugio, mientras las otras se echaban al suelo con las manos en la nuca y un tronco entre los dientes, Sagrario, cuerpo a tierra, cantaba a voz en grito, marcando con el palo el ritmo sobre el asfalto".

hace 7 años