La necesidad de Carmen de Icaza de comunicar sus sentimientos, sus vivencias, sus impresiones comienza apenas sabía escribir. Aunque todos los personajes de sus obras están descritos con innegable destreza, son las protagonistas femeninas sobre las que recae el peso del relato, y las que marcan el espíritu de cada novela. Pues si bien las aventuras que corren son meros productos de la imaginación de su autora, ésta ha sabido, consciente o inconscientemente insuflar en ellas su propia personalidad. Para dilucidar el éxito tan extraordinario que alcanzó esta novela de la que se lanzaron miles y miles de libros, se llevó en dos versiones al cine, se representó en una comedia, se escribieron guiones de radio y de televisión sobre su argumento, se tradujo a ocho idiomas e hizo que innumerables madres españolas de aquel entonces pusieran de nombre a sus hijas Cristina, no cabe considerar tan sólo la amenidad del relato, sino que hay que tener en cuenta el fenómeno sociológico que supuso que en un momento dado una gran cantidad de mujeres se identificaran con Cristina Guzmán y la tomaran de ejemplo, sencillamente porque ella representa el triunfo de la bondad, del optimismo y la alegría de vivir.