No es de lo mejor de Dolina. Se hacen densos los cuentos.
hace 2 añosEl cafetín es un laberinto. Nuestro destino es extraviarnos en sus encrucijadas. Pero algunos presienten una verdad aún más terrible: no se puede salir del bar, no por la falta de puertas ni por la disposición caprichosa de sus instalaciones, sino porque no hay otra cosa que el bar. El afuera no existe. El hombre a quien llaman el Narrador de Historias está obligado a contar un cuento cada noche, cuando el reloj da las doce. Nadie le presta atención. Anda siempre con unos libros grasientos. En ellos hay -según se dice- infinitos relatos. Amores imposibles de la provincia de Buenos Aires, ciudades lejanas gobernadas por jaurías, santos levitadores, mendigos impiadosos y seres insaciables que se devoran a sí mismos integran el curioso repertorio.
No es de lo mejor de Dolina. Se hacen densos los cuentos.
hace 2 años