No me gusta demasiado como novela, aunque me parece reconocer en ella los hallazgos del autor que la han convertido casi en novela de “culto” muy apreciada e influyente por escritores y crítica. Es lo primero que leo de Bolaño, además. Me recuerda también bastante, con todas las distancias que se quieran, al Umbral memorialista que repasaba a escritores y artistas del Madrid del momento, y también, por su organización no lineal, desordenada, sus intercalaciones míticas, sus episodios medio mágicos y la presencia de lo metaliterario, al estilo de las novelas de vanguardia que estuvieron de moda en los años 60 y 70. A través del personaje de Auxilio Lacouture, se pasa revista a esos años cruciales en la historia de Latinoamérica, sobre todo con el momento crítico de las matanzas de estudiantes en el Méjico de 1968 de la que Auxilio es trágica protagonista indirecta desde el “lavabo de señoras de la cuarta planta de la Facultad de Filosofía y Letras de la UAM”. Se alternan episodios anejos al hilo principal de la relación de Lacouture con distintos poetas y artistas reales e imaginarios en la ciudad de Méjico con otros, en mi opinión, de más difícil integración en la trama principal como la del poeta homosexual Ernesto San Epifanio y su liberación del yugo del mafioso que le tenían sometido gracias a la intervención de Arturito Belano, o los casi dos capítulos enteros de relato mitológico de Orestes y Erígona contados por Carlos Coffeen Serpas, o la casi obsesión por la pintora catalana Remedios Varo y Lilian Serpas; estas situaciones hacen que el texto, como novela, avance lentamente. Resumiendo, es una novela vanguardista escrita en una prosas que tiene numerosos hallazgos, plagada de momentos descriptivos y de auténtica profundidad, y que muestra el extraordinario conocimiento de su autor por la cultura española y latinoamericana, pero para mí, en este momento, mi interés por este tipo novelas metaliterarias y culturalistas es bastante limitado.
hace 3 meses
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