No es la mejor obra de Kundera. Me esperaba más, ya que este escritor checo tiene el listón muy alto. Quizá sea culpa mía, por ser excesivamente exigente. Es un título de poca extensión, cómico y entretenido, con un trasfondo filosófico (como casi todas las obras de Kundera). Milan nos enseña a darle importancia a lo que aparenta no tenerlo, a lo insignificante. A reírnos de lo serio, de nosotros mismos. A encontrarle sentido al sinsentido. Es una obra en la que el autor plasma su inteligencia sin tapujos, revestida con un estilo irónico, efectivo y muy original. La fiesta de la insignificancia puede entenderse como la materialización del hartazgo del autor por un mundo que se rige mediante preceptos morales que están muy alejados de lo que él considera la esencia: la insignificancia. Relacionamos insignificancia con algo negativo, sin importancia, pasajero. El escritor checo rompe con ese vínculo y nos muestra que no hay más grandeza que lo pequeño, lo cotidiano, por ende, lo insignificante. No obstante, estoy insatisfecho, porque quiero más. Quiero más reflexión, mas consistencia literaria y más argumento...
hace 9 años
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