Un clásico de Albert Camus donde se nos narra la historia de la ciudad argelina que es azotada por una terrible epidemia de peste. El mismo autor nos confiesa que para llegar a conocer realmente una ciudad es necesario averiguar cómo se trabaja en ella, cómo se ama y cómo se muere. Así, Camus nos describe una ciudad metafóricamente dispuesta de espaldas a la belleza de la bahía, dónde sus habitantes están embebidos en la productividad y el egoísmo permanente. La carga moral de esta novela se hace patente al examinar el viraje en el comportamiento de los ciudadanos con el avance de la epidemia describiéndonos la importancia del altruismo y la solidaridad como medida de supervivencia de la especie humana. Lo más destacable a mi parecer de esta novela es la intemporalidad de sus reflexiones,que aplicadas 73 años después, en tiempos dónde la vida ha sido paralizada por una pandemia nada comparable pero que puede llegar a provocar una situación de aislamiento y gestión parecida, nos pone de manifiesto la universalidad de la literatura y su uso como inagotable fuente de conocimiento e introspección. En un brillante final de la novela se nos revela la idea de que la peste no muere ni desaparece jamás, si no que espera pacientemente en las alcobas, en las bodegas, en los pañuelos y los papeles y que puede llegar un día en que, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a morir en una ciudad dichosa. A veces parece que es necesario una situación extrema para que consideremos la importancia de pararnos a reflexionar, mirar la vida con otros ojos, enfrentarnos a ella con la humanidad de ayudarnos los unos a los otros apreciando su belleza, metafóricamente y como no debiera ser de otra manera, de frente a de bahía.
hace 5 años