La novela se desarrolla en una sola noche, una noche de insomnio que sufre August Brill, de 72 años, que tras un grave accidente vive con su hija, Miriam, y su nieta, Katya. Tumbado en la cama, despierto y mirando a la oscuridad, se cuenta historias para no pensar en hechos reales de su vida que prefiere olvidar.
Por otro lado tenemos a Owen Brick, un mago que vive en Nueva York con su mujer y que de repente se despierta confuso en un agujero, vestido de militar y en medio de una guerra civil que tiene lugar en Estados Unidos. Su misión será acabar con el individuo que ha inventado esa guerra.
Dos historias paralelas que se alternan en la novela –con subtramas y vericuetos– y atrapan una y otra vez la atención del lector. La peculiar aventura de Brick es la más destacada en la primera mitad del libro, pero a medida que la noche se alarga y el insomne se distrae, esta llega a un final abrupto, y Brill no puede evitar recordar fragmentos de su vida y desgracias que han afectado a su familia.
Paul Auster desborda imaginación y originalidad, y es un mago enlazando historias. Alternando entre la fantasía y los recuerdos de August Brill, y con su habitual elocuencia y fluidez, el autor plasma tragedias y sentimientos con gran intensidad, y a pesar de los oscuros temas que aborda en algún momento, al final no deja de transmitir esperanza en el ser humano. Una lectura amena y absorbente que he disfrutado.